Volver a la Normalidad

“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.” - Hechos 2:1-4

Avivamiento: el fundamento de la Iglesia, el Cielo en la tierra, el corazón del hombre rendido a su Creador, el mover de Dios, la vida misma de Jesús. El Libro de los Hechos describe el derramamiento del Espíritu Santo y la abrumadora presencia de Dios sobre un grupo de personas, que fueron transformadas individualmente, luego impactaron a toda su ciudad y llevaron el Evangelio hasta los confines de la tierra.

En estos tiempos, parece que vivimos la vida hacia adelante, pero la entendemos al revés. Con respecto a los últimos años de la humanidad, con una pandemia global, inestabilidad económica mundial y el surgimiento de la oscuridad moral, muchos miran hacia atrás para recordar tiempos más fáciles, tiempos que nos recuerdan cierta "normalidad". No hay nada malo en mirar hacia atrás. De hecho, cuando perdemos algo, nos animamos a mirar hacia atrás y seguir nuestros pasos hasta encontrar lo que perdimos. Sin embargo, para nosotros, la Iglesia de Jesucristo, mirar hacia atrás a nuestros inicios es, más que anhelar tiempos más fáciles, encontrar nuestra normalidad.
En la Iglesia primitiva, el avivamiento era normal y sigue siendo el clamor y la esperanza de todo lo creado: la manifestación y revelación de los hijos e hijas de Dios (Rom. 8:19).
Vance Havner lo dijo mejor: “Lo que llamamos avivamiento es simplemente el cristianismo del Nuevo Testamento, los santos regresan a la normalidad”. 

El corazón de Dios no ha cambiado. Por gracia a través de la fe, ahora tenemos acceso a una vida en Cristo, lo que nos permite hacer lo que solo Él puede hacer. Mi pastor dice que la diferencia entre tener un avivamiento o no tenerlo es un poco de valentía. La llenura y el empoderamiento del Espíritu Santo hacen que todo lo que parece imposible, sea posible para cada creyente. Comenzó en Pentecostés y ese encuentro cambió el rumbo de la humanidad. 

Todos queremos volver a la normalidad. ¿Por qué deberíamos esperar algo menos que un avivamiento?

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